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Estado del arte de la seguridad vial




               propensas a sufrir accidentes que otras. Esto permitió que, a través de tests

               de inteligencia y personalidad, se determinaran las conductas e se identifica-
               ran las personas que sufrían algún tipo de desorden de la personalidad, las
               cuales eran especialmente proclives a tener accidentes. Esta concepción fue

               aceptada por gran parte de los investigadores de accidentes hasta mediados
               de siglo XX.
                      Como consecuencia, en el imaginario colectivo tomó fuerza la idea de
               que los accidentes se debían a los trastornos de personalidad o conductas
               de algunas personas; sin embargo, a finales de los 50, con el aumento expo-

               nencial de la motorización y el incremento de los accidentes en la movilidad,
               se  evidenció  que  los  siniestros  viales  no  eran  exclusividad  de  unos  pocos
               conductores con comportamientos riesgosos o propensos a sufrir acciden-

               tes, sino que podían sucederle a cualquier conductor normal; por lo anterior,
               la teoría de la propensión ya no era suficiente para explicar la complejidad del
               fenómeno de la ocurrencia de accidentes o hechos viales (Rune et al., 2013).


               1.2.2.  Teoría de la causalidad de accidentes


               Las primeras conceptualizaciones en el origen de la teoría de la causalidad se
               deben a los hallazgos en 1931 del ingeniero estadounidense Herbert William
               Heinrich y a su continuación  en 1976  por el científico Frank Bird (Tabasso,
               2002, p. 21). Estos investigadores consideraron que la causalidad de los acci-
               dentes o siniestros viales se debía a actos inseguros o “fallas humanas”, que

               se daban de manera secuencial y en un cierto orden temporal y que deno-
               minaron el efecto dominó. En efecto, diferentes estudios e investigaciones
               han concluido que la causalidad de los accidentes son los errores humanos.

               Así, por ejemplo, en 1994 el ingeniero civil estadounidense Henry Petroski
               concluye que “los accidentes se producen debido a errores en el proceso de
               diseño, cualquiera sea su etapa” (Godoy et al., 2001, p. 131).
                      A partir de esta concepción, el esfuerzo se centró en eliminar los erro-
               res humanos, independientemente del modo de transporte. Lo anterior llevó a

               que el objetivo primordial fuera modificar las actitudes y comportamientos en



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                            Seguridad y control en Buses de Tránsito Rápido: el TransMilenio
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