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Capítulo cuatro. Caso Molinos Sport...  67


              Francisco: señora, es un placer conocerla. Es usted la que se aguanta
                  a este hombre, pero es un gran tipo. A ver, Molinitos (así llamaba
                  a Iván), ¿cómo van los negocios?

              Iván: sobreviviendo, esto es cada día más difícil; la competencia es
                  dura y están apareciendo irresponsables que dañan el mercado.
                  Más bien cuente usted qué me tiene, si puede echarme alguna
                  cosita (abonarme), para no dejar crecer más sus deudas. Hoy le
                  traigo las muestras  de  nuevos diseños, hemos  trabajado duro
                  para presentar prendas novedosas y versátiles que le gusten a su
                  clientela; entiendo que del pedido anterior se logró vender la to-
                  talidad de la mercancía, y este fin de temporada puede ser mejor.
              Francisco:  qué  va,  Molinitos,  la  cosa  no  es  fácil,  la  gente  siempre
                  quiere rebaja y la mercancía china es un competidor muy fuerte.
                  Hemos logrado que la gente se mantenga fiel y que consuman el
                  producto nacional, pero la mitad de mis clientes compran a cré-
                  dito, y la recuperación de cartera es difícil. Estoy de acuerdo con
                  usted, están apareciendo competidores que me ofrecen buenos
                  precios y un mejor margen de utilidad, yo sigo con usted, pero
                  va a tener que hacer el esfuerzo en dos puntos: uno es el de la
                  innovación, para ampliar el mercado, y otro es el de los precios,
                  sin desmejorar la calidad.
                  Después de regatear, Francisco realizó el pedido.

                  El siguiente destino era Montería, un poco más al norte del país.
              Después de una hora de camino, llegamos a nuestro destino. Llega-
              mos a un hotel, de mejor calidad que cuando viajo solo, para garan-
              tizar una mejor estadía a mi esposa. Al día siguiente, debía reunirme
              a las 8:00 a. m. con mi segundo cliente, Tito, comerciante de textiles
              en la región y propietario de almacenes en varias ciudades de la costa
              caribe. Llegamos al almacén “Los Catíos”, y nos recibió el dueño.
              Tito: hola, Molinitos, ¿cómo estás? Siempre es bueno verte, espero
                  que traigas nuevos diseños.
              Iván: le presento a mi esposa, que esta vez decidió acompañarme.
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