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68  Análisis de casos empresariales. Una perspectiva para enfrentar los desafíos gerenciales


            Tito: mucho gusto, señora. Oye, Molinitos, ¿cómo van tus negocios?
                Hace días que no sé de tus vendedores… ¿los tienes de vacaciones?

            Iván: no, no tienen vacaciones, o, mejor dicho, en esas se mantienen,
                jajaja... A mi oficina solo van cuando necesitan dinero o cuando
                yo los llamo. Ese es el tema que me preocupa, se han estado que-
                jando de que tus administradores les están haciendo pocos pedi-
                dos y las ventas están bajas. Además, quiero que hablemos sobre
                la deuda que está pendiente del año anterior, ¿será que podemos
                abonarle algo?, y así comenzar a montar los nuevos pedidos. Este
                negocio solo se mueve si hacemos rotar el dinero.
            Tito: por supuesto, Iván, esta semana te hago una consignación y
                hablo con los administradores para que atiendan a tus vendedo-
                res como se merecen. Tantos años haciendo negocios tienen que
                llevarnos a un gana gana. La cosa está complicada, pero tenemos
                que arriesgar, estoy abriendo almacenes en poblaciones más pe-
                queñas, tratando de llegar a más gente, ¿será que tus vendedores
                me  pueden  atender  esos  nuevos  negocios?  Espero  que  puedas
                enviarlos y hacerme llegar las mercancías, ya te paso los datos.
                Salimos rumbo al hotel, hicimos las maletas y tomamos de nuevo
            la carretera, rumbo a Sincelejo, nuestro tercer destino, a tres horas
            de Montería. En la carretera, solo nos detuvimos para almorzar, de
            manera que llegamos a nuestro destino hacia las 3:00 p. m. Llamé
            a mi cliente, el señor Orozco, para saber si nos podría atender esa
            tarde. Estaba en una reunión y solo pudimos contactarnos dos horas
            más tarde, así que fijamos nuestra reunión para el día siguiente a las
            9:00 a. m.. A mi esposa le parecía bien, porque así podríamos ir al día
            siguiente a una población cercana a la playa.

                Al  día  siguiente,  estuvimos  puntuales  en  la  oficina  de  Orozco,
            quien nos recibió en la sala de juntas. Allí, el clima estaba fresco,
            tomamos café, él mismo hizo las presentaciones de rigor, tuvo un
            trato amable y considerado con mi esposa, y estaba acompañado de
            su socio, el señor Blanco.
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