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La seguridad vial en el TransMilenio: una evaluación cualitativa




               de cometer errores, para ofrecer una mayor previsibilidad en su funcionamiento

               y priorizando la construcción de infraestructuras seguras o “vías perdonadoras”
               para todos los usuarios. La infraestructura vial de TransMilenio, según el balance
               del periodo 2007-2016, tiene una longitud de 1128 km de carriles, de los cuales el

               85 % se encuentra en buen estado, el 14 % en regular estado y 1 % en mal estado
               (Cámara de Comercio de Bogotá y Universidad de los Andes, 2017 p. 20).
                      Lo anterior nos indica que siempre se deben garantizar un buen dise-
               ño, ejecución y conservación de todos los elementos infraestructurales como
               el pavimento, las estaciones, los portales o la señalización. En el caso de Bo-

               gotá, estas tareas son responsabilidad del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU),
               ente especializado y descentralizado del orden distrital. En términos norma-
               tivos, el control y supervisión se hace de conformidad con lo establecido en

               los manuales de especificaciones técnica, de concepción, diseño, ejecución y
               mantenimiento de infraestructura vial y espacio público, adoptado por las re-
               soluciones 3243 del 18 de diciembre de 2013 del IDU y la 01885 de 2015 del
               Ministerio del Transporte.
               f)     Respeto a las normas de seguridad vial

                      La educación vial y el acatamiento de las normas y códigos de segu-
               ridad viales siguen siendo tareas pendientes de los países latinoamericanos,
               en donde la débil institucionalidad ha dejado la autoridad en manos de los

               agentes de tránsito, sin que tengan las garantías laborales ni las herramientas
               tecnológicas para ejercer el control sobre malos comportamientos, actitudes
               agresivas y falta de educación vial de los diferentes actores de la movilidad
               urbana. En este sentido, Alonso et al. (2017) argumentan que se requiere una
               articulación de la educación en seguridad vial con las campañas y piezas co-

               municativas, para fortalecer el crecimiento de una cultura vial de los diferentes
               actores. Las campañas que se emprendan deben tener presente que los se-
               res humanos somos diferentes y por ello cualquier estrategia debería tener

               presente el argumento de Bunge (1985):

                      No puedes capturar al hombre con un puñado de fórmulas, porque no hay dos

                      seres humanos idénticos y todos cambiamos de continuo. El hombre no puede


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